"TOY STORY 3" CUMPLE 10 AÑOS - Tutoriales-Como se Hace

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lunes, 22 de junio de 2020

"TOY STORY 3" CUMPLE 10 AÑOS









Pixar

comenzó su revolucionaria aventura en 1995 dando vida a nuestra infancia en forma de juguetes con ‘Toy Story’. Era 1995 y, 15 años después, llegaba la tercera parte. Aunque ‘Toy Story 4’ le quitó ese matiz de desenlace final que la hacía tan especial, lo cierto es que no podemos dejar de ver ‘Toy Story 3’, de la que ahora se cumplen 10 años, como el final de toda una etapa.
Para todos aquellos que tuvimos la suerte de nacer en los años noventa y crecer con Pixar, la saga Toy Story creció con nosotros tal y como los años pasaban para Andy. Justo para ese público, aquel que dejó atrás su más tierna infancia hace ya 10 años, la película tiene un peso emocional descomunal. Puede que ‘Toy Story 4’ consiguiese afrontar cuentas pendientes sobre esos juguetes animados que ya consideramos parte de la familia, que le diese a Woody una historia de amor que, como personaje fundamental de la historia del cine, sin duda merece; pero es Andy, ese nombre escrito bajo su bota, lo que de verdad marca la etapa central de Toy Story y de la Generación Pixar.
¿La mejor de Pixar?
Con la elaboración del ránking de Mejores Películas de Pixar en Fotogramas hubo que afrontar la difícil tarea de ordenador las películas de peor a mejor, más por darle gracia al asunto que por sentar ninguna cátedra. En torno al primer puesto surgió un debate. Normalmente tendemos a valorar mejor las películas originales que las pertenecientes a una saga, más que nada por el grado de originalidad y trabajo que se necesita para crear algo de cero y porque las secuelas tienen una gran ventaja emocional, dado el cariño acumulado que tenemos por sus personajes. Sin embargo, ‘Inside Out’, ‘Up’, ‘Monstruos S.A’ y ‘Wall-E’ se quedaron flanqueando el primer puesto de una tercera parte. Si ‘Toy Story 3’ es o no es la mejor película de Pixar queda a elección de cada uno, pero que estemos si quiera hablando de que una secuela, realizada 15 años después de la primera parte, compita por el título con obras de la talla de las citadas ya nos dice mucho. ‘Toy Story 3’ no hizo solo bien todo lo que se espera de una secuela (agregar nuevos personajes, enriquecer el universo y hacer avanzar las subtramas de los protagonistas) sino que logró crear un mundo propio a la altura de cualquier cinta original de la casa del flexo.

Como es habitual en la saga Toy Story, la película comienza con una escena de juego. Lo primero que vemos es un cielo azul con unas voluminosas nubes blancas, las mismas con las que la película cerrará su aventura. Entonces se tratará del cielo sobre la casa de Bonnie pero ahora es el papel pintado de las paredes de un joven Andy que, como todo en su habitación, forma parte de su imaginación infantil. Esta vez, eso sí, no vemos a Andy jugar hasta el final, sino que su visión fantástica cobra vida en forma de disparatado western donde Woody, Buzz y Jessie tienen que salvar un tren y derrotar al Señor y la Señora Patata. Cuando el malvado Señor Chuleta de Cerdo va a derrotar a nuestros héroes, pasamos a la realidad, una en la que la madre de Andy filma la infancia de su hijo que, nosotros, también tenemos grabada en la memoria. Cumpleaños tras cumpleaños, Andy crece ante los ojos de la cámara junto a su pequeña hermana Molly. Lo siguiente que vemos es a los protagonistas utilizando el sonido de un móvil para que el adolescente se acuerde de ellos. Tras años guardados en un baúl, solo el hecho de que los mire o los coja por un instante ya les emociona. Ese momento en el que Woody levanta la foto de un Andy adulto vestido de graduación para verlo en otra, de pequeño, rodeado de sus juguetes, marca un inicio tan desolador como imaginativo y emocional.
Sunnyside
Como toda buena aventura, la trama se inicia con una confusión. Mientras Molly no duda en donar con desprecio su muñeca Barbie, nuestro Andy se queda con sus más preciados juguetes. A Woody se lo piensa llevar a la facultad y al resto de la pandilla los destina al ático. El plan de Woody de quizás, algún día, jugar con los hijos de Andy es tan triste como bonito, la fidelidad máxima en forma de esperanza. Una confusión casi los lleva a la basura (en donde acabarán de todas formas en el emocionante clímax de la película) y, despechados, deciden ir a la guardería Sunnyside junto a Barbie.
Como en ‘Toy Story 4’ con la muñeca malvada, ‘Toy Story 3’ demostró que el mejor malvado no estaba ni en un niño psicópata (‘Toy Story’) ni en un cruel coleccionista (‘Toy Story 2’), sino en un adorable juguete. Aunque su insistencia y burla hacia las características de “juguetes para niñas” no sería tan pronunciada si se hiciera a día de hoy, sería ignorante ignorar que la historia de los juguetes y sus características tiene un profundo carácter sexista. Igual que Barbie es la única muñeca de la película que no procede de Andy sino de su hermana, la cursilería y adorabilidad característica de los históricamente llamados "juguetes para niñas" es parte fundamental del malo de ‘Toy Story 3’. Lotso es un oso amoroso rosa que huele a fresas y también es el villano más malvado y con menos posibilidad de redención que recordamos. Una de sus manos derechas es Ken, cuya evidente pluma y gusto por la moda le depara el amor de Barbie, pero también las burlas de sus compañeros por ser un “juguete de chicas”.
Barbie, Lotso y los juguetes de niñas
Además del malvado Lotso y su tenebroso bebe matón, si hay unos personajes que se roban la función de la película son precisamente la mítica pareja de muñecos. Ken y Barbie, con la increíble y personal animación que les crea Pixar para representar sus articulados cuerpos y maravilladas expresiones, son una auténtica lección animada. Al igual que ocurrirá con Bo Peep en la cuarta entrega de la saga, el personaje de Barbie no necesitó que llegase el para tener un trama en la que los tópicos que rodean a esta clásica muñeca, una pija tonta y superficial, caigan. Barbie es todo eso pero también es tremendamente fiel a sus amigos y no duda en mandar a paseo a Ken cuando descubre que está con los malos del cuento. Será ella solita la que engañe al muñeco, lo inmovilice y le saque la confesión que todo el grupo necesita. Ken conseguirá redimirse al final y demostrar que se merece el amor de Barbie. “Es solo una Barbie, hay millones como ella, Ken” le dice Lotso. “Para mí no”, responde el muñeco. Ella será la única de los protagonistas que permanezca por voluntad propia en Sunnyside, con un muñeco que ahora sí se ha ganado su compañía, y en una mansión que nos gustaría tener a todos, chicos y chicas.
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Sin embargo, el drama carcelario con toques de película de gangsters que se desarrolla en la guardería gira en torno al oso amoroso más lleno de odio y resentimiento que podamos imaginar. Bonnie, la adorable hija de la profesora de la guardería, se nos presenta muy pronto y no es por casualidad. Ella se llevará accidentalmente a Woody a su casa. Aún no sabemos que ese será su futuro hogar, solo que hay un payaso triste llamado Risitas que le cuenta al protagonista, y a todos nosotros, la transformación de Lotso. En un flashback que parece sacado de ‘Sin City’, descubrimos como una niña llamada Daisy dejó en el camino a tres de sus juguetes, Lotso, Risitas y el bebe. Cuando consiguieron volver, ella ya tenía un oso amoroso nuevo. Esto creó un trauma al muñeco, que dejó de ver a sus compañeros juguetes como algo más que entidades sustituibles, y a los dueños como alguien que te traicionará, ya sea cambiándote por otro o, simplemente, creciendo. Es el desprecio de Lotso hacia todo, también hacia sí mismo, lo que le ha llevado a acumular odio hasta convertirse en justo lo contrario de lo que presupone su diseño. Será precisamente su desprecio al bebé, a Ken y a todos los que le rodean lo que hace que acabe en la basura.
Buzz García Lightyear
Antes de llegar a la secuencia final, merece la pena mencionar la hilarante historia de amor entre Jessie y Buzz. Todos sabemos que, con Bo Peep fuera de la película, la tentación natural hubiese sido juntar a Jessie con Woody, pero la vaquera solo tiene ojos para el hombre del espacio. Como segundo de abordo, Buzz se queda como líder del grupo tras irse Woody, pero muy pronto le cambian a modo demo, con lo que vuelve a ser el de ‘Toy Story’, ajeno a la realidad e imbuido en su fantasía de soldado espacial. Cuando el grupo consigue resetearlo, Buzz se convierte en un galán latino que deja atrás su habitual timidez y hace de cada momento con Jessie una oda a todos los tópicos del Latin Lover. Sobra decir que esta secuencia tiene muchísima más gracia si se ve la película en versión original (en la doblada al castellano solo le aparece acento). “El Buzzo”, toda una referencia a ‘El Zorro’ de Antonio Banderas, será también el que cierre la película durante los créditos, moviendo las caderas para Jessie. Un momento de humor antes de irse a negro que, con suerte, nos pillará ya recuperados de la emocionante llorera que provoca, irremediablemente, su final.
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Hay tantos detalles destacables que hemos de hacer un breve repaso. Como en el juego de Andy, donde Woody tenía que decidir entre perseguir a los malos o salvar el tren, ahora tiene que elegir entre rescatar a sus amigos de la guardería o volver con Andy. La duda ofende. Al regresar a Sunnyside, Woody es informado de la situación por el teléfono de juguete, que actúa en las sombras como si fuese la Garganta Profunda del Watergate. La clave para escapar, atención, es inmovilizar al mono de los platillos que, con sus abiertos ojos, vigila las cámaras de seguridad. Mientras, el Señor Patata se convierte en Señor Tortilla primero y Señor Pepino después (algo que no parece desagradar a su señora…). Sin embargo, Woody se ve retrasado en la huida por partida doble por los aliens del Pizza Planet. Pese al emocionante y complejo plan de escape, todos acaban en eso que tanto temían, en la basura.
Lejos de acabar en un montón del vertedero, los protagonistas se dirigen, junto a Lotso, al fuego. Aquí llega una pequeña traición narrativa de Pixar. El malvado Lotso, que un día fue el cariñoso acompañante de una niña, tiene la oportunidad de redimirse y salvarlos a todos pulsando el botón que detendría la cinta de arrastre. En una película para todos los público y tras ese emocional flashback al pasado del oso, lo previsible era que todo se resolviese con la redención final del malo, pero no. Lotso se va y, aunque al final acaba tragándose bichos atado a la parte frontal de un camión, nos acaba de quitar la última esperanza de salvación para nuestros queridos compañeros de viaje, así que su trágico destino nos llega a parecer incluso demasiado bueno. Pero hagamos como Woody, olvidemos la venganza.
Ese final...
Ni el espectador más inocente se cree que Pixar vaya a acabar quemando a todos sus míticos protagonistas. Sin embargo, ese momento en el que todos se rinden a lo inevitable y, por idea de Buzz, comienzan a darse la mano en señal de cariñosa despedida, es demoledor. Si algo ha hecho especial a ese grupo de juguetes no es solo su fidelidad a su dueño, también a ellos, como grupo que permanece unido y… ¿Muere unido? Al final son esos tres pequeñajos aliens los que acaban utilizando un verdadero gancho industrial, muy lejos del de la máquina de feria que los trajo a nuestras vidas en 1995, para rescatar a toda la pandilla y hacer que respiremos tranquilos.
Una vez salvados para el alivio de todos, será con el camión de la basura como los protagonistas lleguen a tiempo para cumplir el plan inicial, irse todos al ático exceptuando a Woody, que irá a la universidad con Andy. La trama está resuelta y la aventura ha acabado en éxito rotundo. La resolución de la trama de la película acaba aquí, pero Woody tiene una última idea…
Él, que ha pasado por casa de Bonnie y sabe lo feliz que serían sus compañeros allí, pone una nota con la dirección en la caja de los juguetes. Andy comprende que guardarlos quizás es egoísta y que, igual que le han dado a él ratos geniales que ya no volverán, pueden dárselos a otro niño... O niña. Llega a casa de Bonnie, una niña tímida que se oculta tras las piernas de su madre. Andy se arrodilla y comienza a sacar uno a uno a sus juguetes para enseñárselos a Bonnie. No es una presentación al uso, los describe tal cual eran para él y su imaginación infantil. Poco a poco, en orden de importancia, llega al fondo de la caja y ahí está Woody, el único juguete del que no pensaba desprenderse. El muñeco yace en su mano con su cara inanimada y, aún así, nos transmite toda la emoción de lo que está pasando. Andy mira a Bonnie y decide darle también a Woody. Ambos se ponen a jugar y Andy regresa por última vez a su infancia, esa que comenzó la película. Como si estuviésemos viendo ‘Boyhood’, Andy echa un último vistazo a todos sus amigos y se despide con la mirada, mientras se encamina a la universidad para seguir su vida, saliendo de las nuestras y de las de los protagonistas para siempre. "Gracias chicos" dice Andy para sí desde su coche antes de arrancar. Mientras se aleja, Woody le responde "Hasta siempre, compañero".
El final de ‘Toy Story 3’ es una película sobre la infancia y su final, un coming of age gigantesco condensado en una escena irrepetible que rellena sus incógnitas de esperanza y nuevos comienzos. ‘Toy Story 3’ fue una despedida genial, pero nunca fue un adiós a nuestros protagonistas, que volvieron en la 4 y podrán hacerlo en la 5, la 6 o las que la gigantesca compañía del ratón quiera. ‘Toy Story 3’ era un hasta siempre hacia Andy y hacia todos los niños y niños que crecieron con y gracias a Pixar. A la misma vez, era una bienvenida a Bonnie, a los nacidos en el 2000 y los que nacerían en esta década que ha pasado desde su estreno. Es un cambio de etapa, un avance para todos aquellos que siguen enamorándose de las películas animadas de John Lasserter, Pete Docter, Lee Unkrich y compañía. ‘Toy Story 3’ es la película más importan de Pixar por ser, además de un final perfecto, un comienzo extraordinario.

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